jueves, septiembre 15, 2011

orgullo


UNA GRAN BANDERA HECHA DE FUEGO, CON MURMULLO DE LOS BOSQUES Y VOLCANES BAJO EL SOL… (Mi Bandera, Francisco Gabilondo Soler, Cri-cri)

Era una pequeña de jardín de niños cuando escuche esta canción, recuerdo el impacto que causo en mi el entender la analogía que hacia el señor Gabilondo: comparar la fuerza y poder del fuego con el color rojo, la inmensidad y hermosura de los bosques con el verde y la grandeza y esplendor del volcán con el blanco, así de grandes y poderosos eran los colores de mi bandera, de mi patria, de ahí para acá nunca deje de sentir orgullo por ser mexicana, nunca he dejado de sentir a mi tierra como mi hogar.

Hoy desperté muy temprano, tuve un dialogo personal muy largo e intenso, sentí en el corazón la necesidad de escribir, hay tanto que tengo que decir, tantas cosas que compartir y expresar de mi México, mi patria, mi gente; tanto… que decidí no decir mucho, ¿por qué?, porque necesitaría días enteros para darle forma a todo lo que tengo que decir, para acomodar mil ideas y pensamientos, hablar de la corrupción lleva su tiempo, describir como hemos deteriorado el “ingenio” mexicano en gandayez mal encaminada también me llevaría paginas y paginas, y ni que decir en tratar de acomodar tanta basura en medios de comunicación que ha acabado con nuestros valores familiares y cívicos, me llevaría mucho tiempo tratar de explicar cómo es que hoy en día vivimos la violencia tan de cerca y cómo nos afecta como sociedad y como individuos; y también me llevaría muchísimos teclazos describir la grandeza de nuestra patria, describir nuestras hermosas costumbres, algunas protegidas por la UNESCO, y ¿se imaginan el tiempo que tendría que invertir en contarles cuantos actos valerosos y amorosos he visto de mis compatriotas?, tampoco me daría tiempo de recorrer con palabras todos los lugares hermosos y bastos en recursos naturales que poseemos, en describir las hermosas puestas de sol, o los cielos de azul profundo que nos inundan en verano, y ¿qué tal cuantas hermosas sonrisas podríamos haber coleccionado desde que nacimos?, y ¿si hablamos de indagar si el cura Hidalgo en verdad tenía la intención de promover una independencia, o si los niños héroes no eran más que chamacos malcriados castigados en el castillo, o si es cierto lo que dicen los libros de historia? mucho, mucho tiempo necesitaría para hablar de México y su gente.

Por ello decidí ser breve, describir a grandes rasgos por ejemplo, que sé en carne propia del dolor de muchos mexicanos al vivir la pérdida de un ser querido, asesinado en cumplimiento de su deber por manos cobardes y viles, que una parte mía murió con ella y con el retumbar de los tambores y la trompetas en su honor en el sepelio, que no olvido la impotencia y pesadumbre que me causaron las muchas patrullas y sirenas sonando en el cortejo, que mi alma entristece al ver el rostro de mis tíos y mi primo, que el miedo poseyó mi ser durante mucho tiempo.

Pero también tengo dentro de mi alma la alegría de ver a mis padres luchando por mí y mis hermanos, el asombro de ver a mi madre frente a un montón de niños enseñándoles una tabla rítmica, y la emoción de ver a mi padre creando la primera banda de guerra de la comunidad donde daban clases, tengo en el corazón las historias de mi familia, de cómo mi abuelo materno llego a la ciudad con 20 pesos en la bolsa, una esposa y muchos hijos, y como hoy todos son cabezas de familia, o de cómo mi abuela paterna educo a un montón de chamacos con escasa ayuda de mi abuelo, me llena de orgullo saber que estas historias se repiten en cada mexicano, en cada corazón.

Este es el motivo por el que hoy, sin pena y sin reservas me confieso mexicana de alma y piel, orgullosa de mi tierra, de mi patria.

Convencida estoy de que el mexicano tiene mucho trabajo por delante, pero también sé que tiene con qué hacerlo; sé que nos falta mucho como sociedad, siempre nos ha faltado, la violencia, la corrupción, la mediocridad y la ignorancia son parte de una sociedad, a donde quiera que mires están, pero también sé, que igualmente existen el amor, el respeto y las buenas costumbres, sé que hay muchos mexicanos que día a día se despiertan con diálogos internos, y luchan de sol a sol por superar los malos tiempos, por curar las heridas y por disfrutar las alegrías. Y hoy me atrevo a robarme y ultrajar una frase que leí en el facebook de un amigo; “no te preguntes ¿qué México les voy a dejar a mis hijos?, mejor pregúntate, ¿qué hijos le voy a dejar a mi México?”.

Sé que muchos como yo se estremecen al ver ondeando la Bandera tricolor al viento, vibran con las estrofas del Himno Nacional, sueñan con escoltar nuestro Lábaro patrio cada lunes en la mañana, y enmudecen ante la fuerza del fuego, la inmensidad de los bosques y la grandeza del volcán.

Sé que muchos gritamos desde el corazón, VIVA MEXICO CABRONES¡¡¡¡ porque como México no hay dos.